Ya no decía que todo se la sudaba (como antes), ahora además en principio todo le importaba; es decir, todo le daba igual y formaba parte del mundo y no podía evitarlo.
martes, 8 de diciembre de 2009
Hoy me ha tocado aprender que no hay que tener miedo. Al futuro. No tengo miedo al futuro. Me precipito y salto al vacío. Luego me calmo y me pongo a buscarme. Con calma y con alma. No tengo miedo al futuro pero ni tanto ni tan poco. Siempre viene bien andar con pies de plomo, así que miraré de reojo a eso que pasará mañana, que es misterioso y a veces engañoso. Lo curioso es que esto no es como si lees la última frase del libro antes incluso de haberlo empezado, porque el libro ya está escrito.